Amanece con las islas de cabo verde por popa, alejándose. Tiramos los sedales y cañas, pues como nos dijeron nuestros amigos caboverdianos de pantalán, la zona es muy rica en pesca. Navegamos rápido, estamos descansados y contentos de estar en el mar y rumbo a Martinica en busca del Caribe español, y digo español a sabiendas de que somos el único país de europa que no mantiene ninguna colonia entre las cientos de islas, pero sí un poso innegable en todos los aspectos de la vida.

Por la tarde replanteamos la maniobra y las velas intentando otras combinaciones, código 0 y foque… quizá más adelante. Por ahora continuamos con toda la mayor arriba y el foque autovirante, para mí demasiado pequeño, echo de menos un génova grande, pero es lo que hay.

En nuestro tercer día la tripulación se dedica a la lectura, jugar a las cartas e investigar el plotter, el GPS y otros equipos del cata que no conocemos en profundidad. 

Hemos sacado un waypoint a Martinica y la navegación por ortodrómica, ¡¡perfecto!! La encontramos en las opciones del plotter B&G que llevamos, nos ahorrará muchas millas de navegación!!

Estamos de suerte, nuestro pescador Alfonso consigue enganchar una llampuga y esta vez es grande! la hemos pescado! es un animal precioso con brillantes lomos dorados y verdes, con tonos azulados más abajo. Se revuelve como puede… demasiado tarde, ya ha caído en la red del zalabal y es subido rápidamente al barco.

Cada día que pasa nos hacemos más cazadores, más instintivos, más básicos, como guerreros de agua salada, con la piel oscura y la mirada perdida en el horizonte… esperando nuestra presa.

Kilómetros y kilómetros de agua salada y azul nos acompañan, por la noche un pequeño semicírculo de luna en creciente nos ilumina el mar de estrellas. Aquí te sientes minúsculo y grande a la vez…