Hoy es nuestro sexto o séptimo día, es fácil perder la noción del tiempo, son las 07:00h de la mañana, estoy viendo el espectáculo de amanecer en alta mar, en mitad del Atlántico. He terminado mi guardia y voy a desayunar. Me como un plátano caboverdiano y después una manzana, qué bueno, me siento asquerosamente sano después de meditar también durante un rato y creo que voy a levitar en cualquier momento alzándome por encima del catamarán unos 4,6° alcanzando quizá la elíptica… aunque ahora que lo pienso, mejor no, no vaya a ser que me caiga de la nube y me de una ostia contra el puesto de mando y el timón… jejjeje, cortando el sueño y volviendo a la realidad.
La tripulación se levanta y empieza a revolverse, desayunos, ajustar velas, cómo vamos de rumbo, velocidad, etc. Todos quieren saber cómo vamos, cuántas millas hemos hecho, cuántos días nos quedan.
Llevamos todo el trapo (las velas) que podemos arriba, y como tenemos vientos prácticamente de popa la configuración es la siguiente: el Código 0 en la banda que toca, la de orzada, y el foque autovirante, que es pequeño como dije, cazado en la banda contraria con una retenida hecha con una polea en plan «barber» y un cabo pasado a la cornamusa situada en el través del cata. Esta configuración la he llamado «Alas de Mariposa» pues van ambas desplegadas en una bonita composición estética…
Con ella vamos a diario y hemos hecho cientos de millas náuticas con velocidades medias de 6-8 nudos. Pasados 3/4 del viaje y más cerca de Martinica, las borrascas tropicales nos darán más de un susto apareciendo, descargando agua torrencialmente y subiendo el viento peligrosamente pudiendo rompernos el Código 0; pero aprenderemos a protegerlo poniendo el foque en medio, al desvente o socaire de este. Vamos probando cosas que nos dan resultado, esta nos permite aguantar el Código 0 arriba cuando aparecen las cabronas de las tormentas tropicales y aguantar las repentinas sacudidas de vientos que suben hasta 25-27 o 33 nudos!!
Me apunto el recurso para otras ocasiones.
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Que envidia me das Luis!, sana y marinera envidia de verte disfrutando de lo que todo CY desearía hacer: cruzar el Atlántico. Maravilloso.