Salimos de Martinica después de avituallarnos, buscar recambios, etc. rumbo a Venezuela y la península de La Guajira. Vamos a explorar el interior de Caribe de camino a nuestro destino, el archipiélago de San Blas. Hace calor… mucho, y se multiplica con la humedad.
Recibimos una llamada de un patrón, amigo de Carlos… otro patrón conocido de nuestras temporadas (de Jose Mari y mío) en Ibiza. Nos comenta si podemos recogerle en la isla de Curaçao, ¡¡estupendo motivo para parar y conocerla!!
Entramos en un canal que nos lleva al Club Yacht Curaçao, parada a hacer gasoil y agua, una cervecita y como no estaba nuestro amigo-patrón y tampoco nos dejaban quedarnos pues el Club es privado y sólo para socios, pusimos rumbo a la península de La Guajira.
Navegamos a la isla de Bonaire alejándonos de las islas de los Roques y de las Aves, de Barlovento y Sotavento, por la inseguridad y piratería de la zona de la que somos advertidos.
En la ruta nos cruzamos a «vuelta encontrada» con el barco de pasaje Star Flyer, un 4 palos dedicado al turismo por estas aguas. En esos momentos estábamos izando nuestro Código 0 por babor, lo cambiamos de banda y mejoramos el rumbo, que está puesto en el archipielago de San Blas, algo más al N, concretamente en la isla de Linton, Puerto Lindo e isla Grande… todo muy pegado al paraíso, jjejejje. 😀😁
Costeamos Colombia durante otro día después de pasar la ensenada del Lago Maracaibo en Venezuela, estamos frente al Cerro Pilón de Azúcar; al fondo el Cayo del Morro… me gustan los nombres de aquí ¡y nos acompañan delfines! Navegamos hacia el W y el atardecer un día más.
Noches de guardias y navegación sin parar. Pasamos Santa Marta, Barranquilla y Cartagena de Indias por la noche… los armadores tienen demasiada prisa por llegar… es lo que tiene calcular mal y darse poco margen de días por si pasa algo o hay contratiempos, averías u otros. En el mar y más en una singladura tan larga «nunca hay que tener prisa».