Una vez cruzado el Estrecho de Gibraltar del Mediterráneo al Atlántico nos ponemos a rumbo, vamos a Canarias, concretamente a Lanzarote.
El viento del NE nos empuja y van pasando las horas y los siguientes días entre olas y masas de azul que nos agitan a veces y nos mecen otras. Por las noches la Luna nos acompaña iluminándonos el camino entre las olas ya formadas y altas, noches con nubes de terciopelo, suaves, de mil formas…, mágicas. Recuerdos de nuestras vidas asaltan nuestras cabezas en la soledad del mar estando de guardia, atentos mirando el horizonte.
Entre las olas y a ratos nuestro catamarán cabalga como un caballo desbocado entre las crestas blancas, otras veces se desliza pesado y tranquilo.
Caen las millas entre cambios de guardia, y por el día hacemos vida entre comidas, risas y bromas y nos dedicamos a la pesca… que por cierto se nos da muy bien!!! Nos hemos especializado en la Llanpuga (o Dorado) muy apreciada en Mallorca y riquísima. La hacemos al horno de varias maneras, está riquísima.
Poco a poco pasan los días, tenemos alguna baja a bordo por mareos y malestar, …van recuperándose y adaptándose mientras nos acercamos a Lanzarote. Nuestro ritmo no baja, corremos entre las olas.
El mar nos rodea, nos vapulea, nos abraza, y la luz de la Luna sigue ahí iluminando nuestras noches a son de mar. Lanzarote está muy cerca.
Post anterior:
Continúa la aventura: